Él me enseñó más de todo que la misma vida.
Supo hacerme ver, lo que los ojos no ven,
supo hacerme oír, lo que las palabras no dicen.
Él me enseñó a pensar: en idas, y venidas,
en todo y en nada. Él sacó de mí,
desde mis hojas, hasta mis raíces.
La magia de los números, poemas de golondrinas,
el secreto de las flores, y del negro los matices.
El Duero, el Ebro, el Tajo, el Guadiana; y la plastilina;
el arrullo de la flauta, el futuro, los orígenes.
Me enseñó a amar, a entender,
a perdonar y a compartir,
a mis virtudes exaltar,
y a mis defectos corregir.
Soy lo que soy, porque alguien me enseñó a ser,
ya que tuve un maestro que me enseñó a vivir:
Que no sólo me enseñó qué es la vida,
sino que me enseñó a vivirla feliz.
Es imprescindible contar con un buen profesor a lo largo de tu etapa educativa. Él te enseñará muchos contenidos curriculares pero, sobre todo, te transmitirá valores y formas de actuar. Te enseñará a ser feliz y a querer a los demás, a confiar en otros. Yo he tenido grandes maestros que me han ayudado a querer a los demás y, por ende, deseo transmitir todo eso en mis futuros alumnos. Y tú, Enrique, has debido tener también un buen profesor :D Muchas gracias por todo
ResponderEliminarPor favor Alberto, JAJAJAJAJA que mi blog no lo va a corregir nadie, no tienes que escribir así, JAJAJAJAJA Me parto.
ResponderEliminarLo siento XD deformacion profesional... pero me ha salido del corazón que es lo que cuenta jajaja
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